Un individuo hereda todo de sus progenitores las características de la especie; por ejemplo, el hombre hereda el notable grado de desarrollo de los hemisferios cerebrales, las cuerdas vocales y la coordinación nerviosa necesaria para la palabra, una peculiar disposición de los dientes y la posición erecta con la consiguiente estructura del esqueleto. A demás, cada hombre hereda ciertas características propias de su familia, o mejor, de sus progenitores, como el color de sus ojos y del cabello, el grupo sanguíneo, los rasgos de la cara.
Los hijos heredan las características de los padres, aunque presentan caracteres que lo diferencian entre sí.
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